Amueblamos las entendederas a lo largo de la vida. De los primeros tebeos pasamos a Marcial Lafuente Estefanía o Clark Carrados… y de ahí saltamos a Huxley tal vez, y a Orwello Darwin. Pero tarde o temprano comprendemos con cierta frustración la inmensidad, y sobre todo, la imposibilidad de leer todo lo que los hombres han escrito y reflexionado… ¡es otro de los innumerables límites del hombre!
Habrá que asumirlo con elegancia… ¿pero cómo puñetas entraron el papel y el boli en el tubo? Y encima distorsionados…