Hace un tiempo me llamaba al orden mi Maestro en numerosas cuestiones (jugamos a que él me dice Pequeño Saltamontes, y eso me enorgullece), ese niño grandote que deje hace treinta años en la parada del autobús, en la placilla de Villajovita, junto al bar Toribio, cuando le decíamos Pepe Anita, y nos recuperamos cuando él era senador de España. Me decía en esa ocasión que era injusto tratar a todos por igual, incluidos los políticos. Y es verdad. A lo largo de este blog se deja ver cual es mi opinión al respecto de la oleada de crispación meditada, diseñada y promovida por el PP para que el personal de a pie llegue a pensar “Todos los políticos son iguales, así que ¿para qué votar?” Con lo cual se genera primeramente la desmovilización del voto de la izquierda et viola!: victoria del PP. No, no todos los políticos son iguales porque cada persona es distinta de otra persona y cada hombre y mujer es de su padre y de su madre… hasta los políticos.
O sea, quiero dejar aquí una de arena para los políticos sensatos, esos hombres y mujeres generosos que ofrecen su trabajo silencioso (al margen de las broncas parlamentarias, plenarias o mediáticas) La mayoría de las veces, un trabajo ingrato, no entendido, malinterpretado y desconocido, para que la gente de la calle, a pesar de todo, viva mejor.
Con mi gratitud. Siempre tendréis mi voto… (aunque os transforméis durante la campaña)