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Don Víctor, Aguilera y el mamonazo del Navas

Un relato del propio mamonazo.

Una de las imborrables huellas que me dejó el paso por el instituto fue conocer y recibir clases de DON VÍCTOR. Yo, que venía de un centro en el que se practicaba el autoritarismo puro y duro de la época, me encontré con un profesor joven, con un talante hacia sus alumnos que rompía con el del resto de profesores que me había dado clase. Su forma de dirigirse a nosotros, tan jovial, con confianza, tratándonos como personas y no como meros alumnos me caló hondo. Nos hizo sentir diferentes y por ello se ganó inmediatamente nuestro respeto.

Recuerdo que estaba recién salido del horno, apenas si llevaba dos cursos de docencia, y a veces cuando se dirigía a las niñas tartamudeaba, porque todas estaban enamoradas de él y eso se nota. A nosotros los varones nos gustaba más su novia (que era prima de EMILIO BARRANCO), que daba clases de gimnasia en el instituto femenino. La nueva pedagogía de DON VÍCTOR y sobre todo su trato y consideración hacia nosotros hizo que se ganara desde el primer momento nuestro respeto y admiración.
Nos daba biología y creo recordar que en vacaciones de Navidad (posiblemente en DIC/1968) quedamos un día para hacer unas prácticas de laboratorio, la primera que hacía en mi vida. Consistía en analizar una gota de nuestra propia sangre. Conforme íbamos llegando nos daba una especie de bolígrafo (no se como se llama), y nos teníamos que picar en la yema del dedo pulsando un botón que tenia en su extremo. Nos apretábamos, salía una gotita de sangre que colocábamos en un porta, la tintábamos… y la observábamos al microscopio para anotar una serie de puntos de una ficha que nos había facilitado previamente.

Yo me pinché y ME PUSE A MANIPULAR EL APARATO, JUGANDO CON ÉL [esto de manipular el aparato lo tienes que explicar mejor, Navas]. Tenía una especie de pulsador con forma de ruedecita… y cuando me cansé de jugar con la ruedecita lo dejé encima de la mesa, junto al algodón y el alcohol… Al poco llega PACO AGUILERA, y DON VÍCTOR le explica en qué consistía la práctica. Cuando PACO se entera que tenía que pincharse para sacarse sangre, dice que le da miedo y que no se saca sangre. DON VÍCTOR le convence después de muchos argumentos diciéndole que apenas es una gota de sangre y un pequeño pinchacito de nada. ¡Que no, que no¡ insistía PACO negándose rotundamente. Por fin, medio obligado por DON VÍCTOR, accede. Se coloca la punta del boli en la yema del dedo, cierra los ojos y oprime el pulsador: ¡Zas…! POR LA PUNTA SALIÓ UN ESTILETE QUE CASI LE ATRAVIESA EL DEDO, con la consiguiente efusión de sangre. Los gritos se oían por todo el instituto. El pobre PACO AGUILERA gritaba: ¡CONQUE UNA GOTITA! DON VÍCTOR, colorado, no sabía qué decir y preguntaba quién había tocado aquello. Y yo tremendamente aturdido porque no esperaba aquel resultado, y no había sido mi intención, me decía a mí mismo: “¡Y ahora cómo explico yo la verdad, y que encima me crean! ¡Seguro que pensarán que es una gamberrada!”. Así que como un puto cobarde me quedé callado y jamás se supo quien fue el autor de la fechoría.

Con motivo del 25 aniversario, mi promoción de Magisterio nos reunimos en Ceuta. Y entre otros profesores acudió DON VÍCTOR. Subíamos la cuesta de Magisterio, donde iba a tener lugar el acto académico, y me acerqué a él, y en cuanto tuve ocasión le conté esta anécdota que tuvo lugar 30 años antes. Lógicamente no recordaba nada. Yo sí, y seguro que PACO AGUILERA también.

JOSÉ CARLOS «mea culpa» NAVAS.

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