Ya sabemos que este derecho no es más que una de las conquistas del estado del bienestar; que lo hemos empezado a disfrutar a última hora, y que se ha ralentizado o parado con la crisis. Lo sabemos. También sé que España no es un modelo para nada ni para nadie, que habría mil cosas que mejorar, que aquí quedan muchas asignaturas pendientes y una rémora de siglos que nos hace singulares… pero a veces me siento orgulloso, y hoy ha sido un día de estos. Por las dos cosas, por el derecho conquistado y voceado, y por la atención recibida. Sí, por las dos cosas.
Los trogloditas del Tea Party (a los que doña Esperanza y demás conmilitones del PP aspiran a remedar) lo dicen con todas sus letras, dicen que el que quiera sanidad que se la pague, que la sanidad es algo privado por definición. Dicen que cómo va a ser eso de pagar la sanidad a los que no pueden pagarla… Nuestra mentalidad de vieja Europa no nos permite entenderlo. Servidor aspira humildemente a un Estado amplio, que llegue a todos los lugares y espacios sociológicos, donde lo público ampare al ciudadano en todas sus necesidades. Y esto significa que la educación y la sanidad son derechos irrenunciables y que nunca pueden convertirse en un negocio para nadie. Significa que hacer negocio con la sanidad y con la educación (léase: privatizar) es una aberración… Significa que la obligación del Estado sigue siendo la redistribución de la riqueza de TODOS en forma de servicios, es decir, entre otros muchos asuntos, haciendo accesible a todos, la educación y la sanidad. No creo que esto sea difícil entender y asumir como propio…