Este artículo se publicó en Patrimonio La Isla

La Armada española utilizó los Polvorines de Punta Cantera / Fadricas (San Fernando) entre 1728 y 2001. Durante 273 años la discreción militar hurtó de miradas el interior de ese recinto, y al resguardo de tal discreción fue creciendo un paisaje antrópico que se superpuso a la belleza natural del paraje. Conforme los hombres fueron creando estructuras físicas y patrimoniales las dotó al mismo tiempo de historia. Poco a poco, la complejidad y el volumen de las municiones almacenadas en los polvorines obligó a rodear Punta Cantera con una zona seguridad deshabitada, baldía y sin valor patrimonial. De esa forma la joya quedaba aún más alejada de las miradas indiscretas. Al mismo tiempo la ciudad crecía en torno a tal zona de seguridad hasta que se hizo inviable mantener tantas municiones tan cerca de una ciudad como San Fernando. En el año 2001 la Armada vació los polvorines y se marchó, aunque mantuvo la titularidad de los terrenos. Fue entonces cuando algunas publicaciones empezaron a dar a conocer el patrimonio arquitectónico, histórico y paisajístico que tenemos los isleños en ese lugar. Punta Cantera empezaba a existir, era el momento de la ciudad.
¿QUÉ COSAS HAY QUE PROTEGER EN PUNTA CANTERA?
«…ninguna de las ciudades de nuestro entorno tiene lo que tenemos nosotros en ese lugar: un promontorio rocoso que se adentra en el saco interno de la bahía, que alberga una aldea formada por 26 polvorines de distintas épocas constructivas y propósitos (desde 1730 hasta 1975), todos ellos comunicados por una red laberíntica de caminos y rodeados parcialmente por una muralla defensiva de roca ostionera levantada en el último tercio del siglo XVIII. El conjunto incluye dos puertos del mismo siglo. Uno se dedicó al comercio marítimo con las Américas, el otro al transporte de pólvora a las flotas armadas de Su Majestad borbónica. Y, en medio de todo eso, un alfar romano pendiente de estudio. Ninguna ciudad de España tiene un conjunto así, susceptible de convertirse en un espacio absolutamente singular y único a poco que seamos respetuosos con la historia e inteligentes en su desarrollo económico».
Punta Cantera, la zona noble de Fadricas —es decir, lo que Felipe V donó a la Real Marina en 1728, que es aproximadamente el 40% del terreno militar abandonado—, nunca fue un mero solar sobre el que construir algo nuevo. Pero, ¿eran conscientes nuestros políticos de que el terreno donde se ubican los 26 polvorines es un asunto muy valioso y, por contra, que la zona de seguridad que la rodea es cosa menor? Posiblemente. Pero la realidad tozuda es que antes de la crisis económica iniciada en 2008 (y durante ella), cada vez que veíamos a algunos de nuestros políticos intentar recuperar esos terrenos uno se echaba a temblar ante la vorágine constructiva de la época. Servidor, que estaba atento a estos asuntos, nunca escuchó la palabra patrimonio vinculada con los Polvorines. El discurso político que llegaba al ciudadano no contenía esa idea, ni el concepto de respeto a la identidad del lugar… casi todos esos discursos estaban llenos de propaganda para salir del paso, de intenciones vulgares y de ideas que cabían estupendamente en las infografías. Pero patrimonio, no. Respeto a la identidad cultural de Punta Cantera, tampoco. Intentos de mantener el alma de un lugar histórico, ni hablar. Lo que transmitían los discursos era cortoplacismo, negocio a la vista y rendimiento electoral.
¿QUÉ SE VISLUMBRA EN EL INCIPIENTE ACUERDO ENTRE EL AYUNTAMIENTO Y EL MINISTERIO DE DEFENSA DE 2023?
Pues que ahora, por primera vez, se habla abiertamente de Punta Cantera como un conjunto patrimonial y se insiste en que el desarrollo que se haga va a respetar la identidad cultural del sitio. Veinte años hace que se comenzó a hacer público el valor patrimonial de los Polvorines de Punta Cantera… bueno, nunca es tarde. Si va por ese camino, bienvenido sea este último acuerdo.