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Los niños pijos del Colegio San Agustín de Ceuta

Lo siento, desconozco el origen de esta foto.

Si dejamos aparte las bromas y la socarronería, es cierto que existían ciertos matices que diferenciaban a los chicos que venían de los agustinos y los que ya estábamos en el instituto… Recuerda José Carlos NAVAS: «Para los ‘pijos’ que procedíamos de los agustinos [ingresar en el instituto] supuso una novedad hasta entonces desconocida. En primer lugar nos parecía un sueño COMPARTIR AULA CON NIÑAS, recordemos que los agustinos era un centro masculino. ¡Que gozada¡ Fue muy gratificante hacer nuevas amistades, sobre todo femeninas, y la formación de pandillas. En segundo lugar, supuso tal libertad que a algunos, a mí entre ellos, nos costó asimilarla. Pasamos del estricto control y opresión en los agustinos a una relajación manifiesta: no pasaban lista en clase, la comunicación profesorado familia no era tan constante, ni en tiempo ni en grado. La prueba de esto es que de los que nos fumábamos las clases a diario, jugando a las cartas y los dados en el salón del C.N. Caballa, el noventa por ciento éramos gente procedente de los agustinos. Fue como si nos hubiesen abierto de pronto la puerta de la cárcel y salimos al mundo en tromba.

Con el tiempo aprendí la lección: LA REPRESIÓN, DEL TIPO QUE SEA, CREA PERSONAS INMADURAS. Consecuencia de ello fue que tuve que repetir al curso siguiente…» [Si, pero el tío se fue al Claret de Madrid]


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