Pero hoy tengo muchos más años, y estoy harto de ser práctico y de abandonar —los pocos principios que uno pueda tener— en pos de lo posible, del sentido común y de lo políticamente correcto porque eso supone estabilidad para los que ya tienen el poder. Estoy harto, muy harto, de tragarme mis principios y, por ejemplo, votar siempre a la “izquierda posible” porque hay que sumar y no dispersar. Harto de que en mi nombre hagan guerras para defender intereses empresariales, supranacionales y privados… Harto de que los poderosos decidan el rumbo del mundo sin contar con la gente. Hastiado, en resumen, porque todas esas decisiones de ‘sentido común’ nos han llevado al sometimiento efectivo de la gente a los poderes de siempre.
Y también estoy muy harto —y hoy con la abdicación de Juan Carlos, soy más consciente— de aceptar la obsolescencia de una monarquía hereditaria como si fuera una situación lógica y redentora, cuando en realidad es un anacronismo medieval y una contradicción flagrante con la democracia real.
Creo que ya es hora de abandonar los miedos, de ser coherente y de decirlo abiertamente. Es el momento de que la gente hable y decida sobre monarquía o república… ¿Por qué no?