Nuestros compadres Carlos y Lucía venían desde los Barrios, nosotros desde San Fernando… no es mala idea quedar con los viejos amigos a mitad de camino y dar buena cuenta de un arroz con faisán en la Venta Correro… y es que cuando las cosas merecen la pena (y mantener la amistad lo es por encima de todo) hay que apostar por ellas y dedicarle un pelín de esfuerzo… esfuerzo que a la postre se torna en un placer.
– Pues no sé, compadre; pa mí que esto no tiene arreglo- me decía Carlos mientras pinchaba un trozo de faisán- ¿Has visto lo que va a pasar en el Mediterráneo con esto del cambio climático?
– ¡Joé, quillo, da miedo la cosa! –tragué el pelotazo de arroz- Pero por lo menos tu casa está a diez kilómetros del mar… pero yo lo tengo a tres metros. A mi me pilla la cosa, seguro.
– Bueno, pero tu calle será mismamente como Venecia… tol mundo con su zodiac de aquí pa’llá… y así no te tienes que preocupar de la humedad del garaje, porque total, ¿ya pa qué?
– Claro, si lo miras así… y lo de tener la playa a la puerta de casa tampoco es mala cosa…
Luego nos preguntamos con qué moralidad los países ricos son capaces de pedir a China o a la India, por poner un par de ejemplos, que para mantener la sostenibilidad de su crecimiento, para ralentizar e invertir el calentamiento global del planeta, y para que nuestra civilización no se colapse, ya no pueden emitir ceodos a destajo y que, por tanto, ya no es posible que se industrialicen como nosotros. O sea, que deben seguir ligeramente en la pobreza.
No, no hay fuerza moral para pedir eso. Los países subdesarrollados tienen todo el derecho ahora a ensuciar lo que les corresponde, igual que hemos hecho los países civilizados hasta este momento con total impunidad y descaro.
Y seguimos en lo mismo. Recordaba Carlos que hace pocos días ¿quién se oponía a un acuerdo para limitar las emisiones de ceodos? Lógicamente la India, China porque quieren y necesitan seguir creciendo para salir de la pobreza; Estados Unidos por puro egoísmo y para mantener su indecente despilfarro de recursos irrecuperables… y Arabia Saudita porque la familia real, o sea, los amos de ese cortijo, lo que quieren es que se siga quemando petróleo para seguir vendiendo su petróleo y así seguir financiando fundamentalismo islámista por todo el mundo. ¿Quién es más indecente?
– Pues yo que sé, compadre. A mi me parece que esto no hay quien lo arregle…
– Pos estamos de acuerdo, compadre. ¿Pa que vamos a discutir?
Eso si, el arroz con faisán estaba de muerte… ¡y que nos quiten lo bailao!