Primeros de abril de 2008.
Calle muy céntrica de Córdoba -Andalucía/España, casi-casi en la Plaza de las Tendillas.
Un descampado reconvertido en aparcamiento de pago.
El empresario ejemplar coloca su cartelito para demostrar que en su aparcamiento se cumple la ley: se factura por minutos, no por horas o por fracciones de hora como antes.
¿Pero a 0’03 céntimos el minuto…? Esto no_pué_sé. Echo mis cálculos mentales (me ayuda mi compi, que en estos menesteres es muy buena… bueno, y en otros también) Y resulta que 100 minutos de aparcamiento (o sea, hora y 40 minutos) valen 3 céntimos. Dicho de otro modo: por un euro podemos dejar el coche cinco horas y media. Qué ruina de negocio, ¿no?
Cuando lanzaba la foto para eternizar la gilipollez se me acerca el encargado con cara de pocos amigos, pero tomo la iniciativa y entablo conversación con mi mejor sonrisa de complicidad:
-Se han dado cuenta del error… supongo
-No, no, no, no -negó cuatro veces el hombre, con la cara levantada y la mirada desafiante-.Yo sé lo que vale esto; y esto sale a tres céntimos el minuto.
-Bueno… caballero, pero eso no es lo que pone aquí… supongo que alguien ya se lo habrá dicho.
-¡A mí no me tiene usted que explicar nada! Ese cartel lo pusieron aquí los jefes y esto vale tres céntimos el minuto… y no tenemos nada más que hablar…
Atención, pregunta: ¿Cual de los dos es más… es más… -no sé cómo llamarlo-, el empresario o el encargao?