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Don ARTURO COMPANY en el recuerdo de Mariquita

Recuerdos de Mª Ángeles Gómez Picaso…


Don Arturo y Doña Julia, profesora de ciencias, tuvieron dos hijos, Arturo (Nano) y Julio. Los cuidaba Mari, una chica muy jovencita que vivía en la Puntilla. A Mari le gustaba sentarse conmigo y con los niños en la esquina de Basurco, el edificio donde vivían, al final de la calle Góngora, en Villajovita. Un día tuvo que ir a comprar algo a la tienda de Elena y dejó a mi cuidado a Nano, que era guapo, rollizo y buenísimo. Yo me estaba haciendo la manicura y se me ocurrió pintarle las uñas de color de rosa claro al niño. Mari no se dio cuenta del detalle, pero Don Arturo, al día siguiente, en clase, pasó por mi lado y me soltó una buena colleja, apercibiéndome, que serían dos si se me ocurría volver a pintarle las uñas a su hijo u otra cosa parecida…

Don Arturo se compró un coche Volkswagen, ese que llamaban escarabajo, muy de moda en Ceuta por aquella época. Un día de verano, acabada y aparcadas las clases hasta octubre, Mari, el Nano y servidora estábamos, cómo de costumbre, pegando la hebra, esta vez en el escalón de la casa del primo de Maribel. La panorámica sobre el estrecho era tan estupenda cómo la que se divisaba desde la casa de Basurco. Y en éstas que aparece Don Arturo con el coche, al vernos tan formalitas, nos invita a dar una vuelta por Calamocarro, le decimos que si podemos bañarnos y asiente. Raudas las dos, Mari cargando con el Nano, que ya he dicho más arriba que estaba hecho un primor, resollaba por calor que hacía y por el peso del niño, que ayudaba un poco a que subiera las escaleras sin aliento. Pero mereció la pena el esfuerzo. Llegamos a la playa y nos faltó tiempo para zambullirnos en el agua. Nos hartamos de jugar con el peque que disfrutó cómo un enano con el cubo, la pala y la tierra. Mientras, Don Arturo tomaba apuntes o hacía bocetos de tan entrañable escena. Nunca supe si aquella mañana de playa, logró plasmarla en un cuadro. Mejores modelos no encontraría nunca.

Mª Ángeles Gómez Picaso
Don Arturo Company. Autoretrato, 1944

(En ese edificio también vivía) don Arturo Company, profesor de dibujo al que le faltaba un brazo, y se las ingeniaba estupendamente para explicar en la pizarra ayudándose de un enorme compás de madera que tenía… y conducía un volkswagen escarabajo con una bola en el volante y un aplique en la palanca del cambio para cambiar con la pierna… y era capaz de sustituir una rueda pinchada él solito.

Crónicas de Villajovita, página 87

Charo Lara recuerda: «Sobre Julia Rodriguez Burgos, viuda de Arturo Company, yo lo que recuerdo es que era profesora de francés. Era más bien alta, delgada, castaña clara y a mi me gustaba como profesora. Era serena y amable y yo aprendí bastante con ella»
HOMENAJE A D. ARTURO COMPANY / (Homenaje a Arturo Company, 1919-1988, Círculo de Bellas artes de Valencia) Datos proporcionados por Don Cecilio Alonso

Otros recuerdos de Mariquita…

Yo recuerdo con cariño a otro profesor al que apodábamos El Supino, daba clases de latín y era muy despistado. Un día esperaba el autobús en la parada de las escalerillas (fue vecino de Villajovita) y se dio cuenta de que llevaba puestas dos corbatas. Ni que decir tiene la guasa que nos gastamos los que estábamos presente.

Otro que tengo bien presente es Don Enrique, El Botijo, porque era bajito y gordito, pero muy guapo. Enseñaba matemáticas.

Tuvimos un profesor que se llamaba Víctor y le decíamos El Físico, naturalmente daba física. Cómo el anterior, también era muy joven y guapo.

Recuerdo (ahora el que recuerda es Milan) que a Teodosio Vargas Machuca (actualmente en Algeciras) también le decíamos el botijo por dos cosas. Porque era pequeño y gordito, y porque parecía que la voz le salía desde el fondo de un botijo. Don Teodosio me otorgó la única Matrícula de Honor que conseguí en Bachillerato. Sin duda, el Víctor-Físico es el mismo Víctor -biólogo que ya tenemos recordado.

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