Existía una organización muy notable. Todo el mundo, desde el jefe provincial hasta el más pequeño de los flechas, sabía cual era su cometido, y se ejecutaba con alegría. La sensación era que una mente superior lo tenía todo bien pensado y perfectamente organizado. Y toda ese buen hacer -lo siento, las cosas son como son y hay que decirlo- se apoyaba en un conjunto de papeles, documentos, diplomas y fetiches…
Todos los años, las provincias enviaban una escuadra a la Competición nacional de Escuadras… era un honor participar. Amador-Poli también estuvo en la escuadra Roger de FlorAsistir al Campamento Nacional Francisco Franco de Covaleda (en los pinares de Soria) era lo máximo. Salíamos siendo Jefe de algo, de Centuria, de Círculo… de algo.La escuadra, la centuria y el círculo… íbamos escalando en la organización.Poli no se perdía ni uno…
La verdad es que todas estas cosas, con su ritual y la liturgia que lo rodeaba nos hacía pensar que éramos personas valiosas… Todo estaba bien pensado.