A veces ella lanza preguntas que me dejan descolocado:
— Bueno… —dice en mitad de cualquier conversación, y se queda pensativa un segundo; es cuando se me congela el gesto y se me tensan las neuronas esperando cualquier cosa; luego continúa—, si en el paraíso musulmán cada mártir que se inmola en la Guerra Santa recibe un montón de huríes para su disfrute carnal… ¿ A LAS MUJERES QUÉ SE LES PROMETE?
—y me mira directamente, que me recuerda a mi suegro, ¡joder!—. ¿Tíos, o se tienen que volver lesbis en el paraíso? ¿Ser las huríes de los mártires?— ¡Y yo qué sé, cohone! —le digo sacudiéndome la responsabilidad y sabiendo ya que no es nada personal.
— Pues ¿qué quieres que te diga? —continua—. Yo para eso me quedo en el infierno. Total…
¿Serán estas las sorpresas que evitan que las relaciones se amorcillen?