– ¡No me lo explico! – escuché a mi compi protestar desde la cocina – ¡No paro de poner la lavadora y el cesto sigue lleno de ropa! ¡¡Es que no me lo explico!! ¿Lo entiendes? ¡No me lo explico!
– Es que tú lo quieres explicar todo, hija mía -le dije sin levantar la vista del ordenador-, como Einstein… y, cariño, este no es el caso, precisamente.
…lleva tres horas que no me habla. Eso me pasa por hacerme el gracioso. ¡Joder-joder con la caló.